El mundo contemporáneo se encuentra cargado de cambios que siempre encontrará grupos poblacionales que resultan impactados; muchos de ellos nos motivan, otros nos inhiben y en otras ocasiones nos frustra.  Como profesionales expertos en el mejor aprovechamiento de los recursos productivos escasos la inversión, ya sea pública o privada, nos invita, nos reta, a ser actores dinamizadores de esos cambios, a ser provocadores de cambios positivos para la sociedad en su conjunto o en las organizaciones a la cual estemos vinculados, mejorando la calidad de las inversiones.

El desarrollo de la ciencia nos invita a que estos cambios no pueden ser provocados en el azar, sino que se requiere de una acción sustentada en la argumentación para reducir las incertidumbres y asegurar los impactos positivos con el desarrollo del proyecto; aun así, el proyecto de inversión es una herramienta para que los tomadores de decisión definan si se rechaza o se acepta la decisión de inversión.

En este sentido, el economista requiere contar con los conocimientos, las competencias y las habilidades que le permita concebir e impulsar el cambio a través de una serie de actividades organizadas lógicamente, que la teoría ha denominado como proyecto.